Escrita en 1932, Bodas de sangre se basa en un suceso real, acaecido en Almería en 1928. Todo empezó con una boda a la que la novia no acudió. Poco después se encontró el cadáver de uno de sus primos y muy cerca de ahí apareció ella, con el vestido desgarrado. Lorca, admirado por cómo la vida nos brinda nuevos dramas de un modo inesperado, teje una obra en la que se dan cita las pasiones que nos hacen humanos, desde el amor hasta el sufrimiento, la venganza, el miedo y el odio. El resultado es una sobrecogedora tragedia que da forma a una idea lorquiana: a sus personajes se les tienen que ver «los huesos y la sangre».
BODAS DE SANGRE es una combinación poética de opuestos, el amor y la muerte, la destrucción y lo sublime, lo carnal y lo metafísico. La voluptuosidad de sus imágenes y belleza de sus versos la convierten en la mayor tragedia de amor escrita en nuestra lengua. Llevar a escena Bodas de sangre nos seduce y nos impone a un tiempo. Nos seduce porque para nosotros, como Luces de Bohemia o La Vida es Sueño, Bodas de sangre es una obra fetiche, por su enormidad poética, por la visceralidad de sus pasiones, por la hondura de sus emociones.